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Mientras tanto, enviando cartas desde la ciudad del viento

sábado, 30 de octubre de 2010

Quiéreme

Episodios cotidianos y sorpresas, decepciones.

Todos vemos, todos somos como hermanos, sin embargo, no hay razones.

Sinestesias que perdieron hace tiempo su sentido, su letargo que ya olvida su ronquido, sus acordes.

Intenciones, que no llegan a cumplir su cometido. Ambiciones.

Que perdidas y ahogadas…tanto hielo, y tantos rones, olvidaron que no somos como niños, no hay razones.

No me dejes que te cante esta canción. Que te baile. Que te añore.

Trata siempre de cogerme muy lentito, con cariño, sin errores.

Plántame tus incentivos, no me muerdas, no traiciones. Cómeme los sentimientos. Con abrazos. Con canciones.

Muérdeme los besos que no quieres que te roben.

Suéltame los labios, no te atrevas que te llore.

Háblame de sueños.

Duérmeme de noches.

Siéntame los argumentos de tus cuentos, de tus flores. De los ojos que me miran con sincera diatriba. De los ciclos que perdieron tus vaivenes. Cómeme sin mi permiso. Miénteme de corazones.

Háblame, de esos trenes que lloraron más paradas. De mis manos que quisieron que las lleves. A un lugar. A una salida. A un rumor que no recuerda mi lascivia. A un ciclón de situaciones de mi mente. Tan carente. Tan perdida.

No comprendo sentimientos, y me pierden los valores.

Yo no soy si yo me atrevo.

Y sólo con una sonrisa, ya te siento…no respondas, por favor, no me rompas las premisas del cortejo. No me digas que no sé lo que yo soy, no rechaces sin saber mis sentimientos. No me robes las palabras sin acierto.

Ámame.

Muy cerquita, sin rumores.

Con el leve traqueteo de ilusiones.

Con la dicha de visiones tan cohibidas, tan difusas, tan esquivas.

Déjame que me sincere.

Miénteme sobre mi vida. Por favor.

Cámbiame.

Ríete de mi perfidia. De las cosas que no digo cuando siento.

De las camas que me pierdo cuando miento.

Rásgame la sintonía.

Llórame. Échame de menos. Lucha por mi miedo, por los pasos que no doy y debería.

Llámame. Cargame de tientos la ironía.

Yo no quiero que me olvides, que deseches mis temores.

Sólo añoro que te acerques. Que me toques.

Que susurres a mi oído. Que sin ti ya no hay camino. Mórame mis miedos al destino. Trátame de cerca y con coraje. Réstale equipaje a tanto viaje. Rózame la piel sin compromiso.

Háblale de ruegos al olvido. Llórale palabras a quien no quiere entender, a quien no quiere saber. Que yo te estaré esperando. Sin prisa, con vicio.

Rómpeme mis reglas y mis hilos.

Quédate a dormir.


viernes, 15 de octubre de 2010

Time is running out

Palabras. Vacías, que al pronunciarse son.
Abrazos. Heridos, y al olvidarte, soy.
Sonrisas. Perdidas. Que siempre (que nunca), cohibidas de una respuesta comprometedora, supieron hacer olvidar esos labios lascivos, taimados, esquivos, domados, ladinos, que esos ojos verdes, marrones, robaron.
Lazos rotos. Pies Mojados. Risas suaves. Ojos Tiernos. Hielos vacuos.
Pañuelos. Sentidos. Miradas. Abrigos. Mentiras. Sonrisas, tristezas. AMARGOS.
Amargos todos y dulces, unos cuantos.
Huídas esquivas, inesperadas. Susurros amigos. Camisas cambiadas.
Miradas novatas, novillos cansados. Chiquillos ceñidos a un mundo tirano. Promesas raídas de un cetrino obtuso, de un Caronte ahogado.
Aceras cansadas de tus pies. Carreras pagadas del revés.
Sin recompensa, con desencanto.
Sintiendo que nada puede arreglarse. Comiendo en la cama tras los desfases (Pizza con pepperoni, que no está mal).
Desfases de tu ritmo, morena. No te conozco y te echo de menos, aunque sé quién eres.
Cansado. Muy cansado.
De los viernes. De los Sábados. De las noches. De mis manos.
De mis líos, que no tengo. De los rones que me pierdo (siempre me gustó contar mentiras).
Hoy me dejaste tirado.
Y lo peor, no sé por qué me sorprendo.
De las ganas que te tengo. Claro.