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Mientras tanto, enviando cartas desde la ciudad del viento

sábado, 29 de enero de 2011

Rompiendo Terceras

Dicen, que los bares ya no cierran.

Que se beben las noches.

Que se siguen vendiendo sin listas , sin espera.

Que no ya nadie sabe de Kurt “Kobein”.

Que las noches son cortas.

Que los rones también.


Que rompemos terceras con ganas de ser.

Que las luces se pierden si no hay un querer.


Ella, de fondo, sirviendo copas, pasea.

No es un movimiento. Es un espectáculo.

Y la gente la mira, se rinde a sus pasos.


El cliente medio no entiende.

No sabe admirar.

Y ahoga sus tragos en su caminar.


La noche se convierte. Se endemoniza.

Se abre el telón. Los hipnotiza.


Sonríe entre dientes. Olvida retrasos.

Corteja desdichas. Al populacho.


Y es que él, prendido de todas las trabas de ser un amable, un treintañero. Enseñas las fotos de la primongénita. Un monumento.


Al saber estar. Al buen anfitrión.

Guitarras que gritan bajando el telón.


No tiene precio un momento así.

Persianas bajadas.

Final feliz.

jueves, 27 de enero de 2011

Y hoy, simplemente citaré...

El País.com, por Concha Caballero :

Las ilusiones perdidas

No se van en trenes con maletas de cartón pero llevan sus bienes más preciados: un portátil, un móvil de última generación regalado por un familiar o conseguido a base de una lucha de puntos sin cuartel. Suelen tomar un vuelo de bajo coste, cazado pacientemente en las redes de Internet. Se van a hacer un máster, o han logrado una mal llamada beca Erasmus que costará a la familia la mitad de sus ahorros. Otras veces van a hacer de au-pair, de auxiliar de conversación, o a cualquier trabajo temporal. La familia va a despedirlos a la puerta de embarque y mientras se alejan disimularán unos su pena y otros su incipiente desamparo. "Es por poco tiempo -se dicen-. Dominarán el idioma, conocerán mundo... Regresarán en pocos meses".

Hasta hace poco era un privilegio de los nuevos tiempos que les permitía gozar de una libertad sin límites, de un mundo sin fronteras, de una capacidad casi infinita de aprendizaje... Hasta que llegó la crisis y la maleta pareció distinta, la espera en la fila de embarque más embarazosa, la despedida más triste y el fantasma de la ausencia definitiva más cercano.

No. No llevan maletas de cartón, ni hay aglomeraciones en el andén de la despedida. No se marchan en grupo, sino uno a uno. Aparentemente nada les obliga. Ha sido una cadena invisible de acontecimientos. Estuvieron allí hace unos años, o tienen una amiga que les ha informado de que puede encontrar algún trabajo con facilidad. No pagarán mucho, eso es seguro, pero podrán ganarse la vida con cierta facilidad... A fin de cuentas aquí no hay nada.

Y se marchan poco a poco, sin alboroto alguno. Un goteo incesante de savia nueva que sale sin ruido de nuestro país, desmintiendo la vieja quimera de que la historia es un caudal continuo de mejoras.

No hay estadísticas oficiales sobre ellos. Nadie sabe cuántos son ni adonde se dirigen. No se agrupan bajo el nombre oficial de emigrantes. Son, más bien, una microhistoria que se cuenta entre amigos y familiares. "Mi hija está en Berlín", "se ha marchado a Montpellier", "se fue a Dubai" son frases que escuchamos sin reparar en el significado exacto que comportan. Escapan a las estadísticas de la emigración porque suelen tener un nivel alto de estudios y no se corresponden con el perfil típico de lo que pensamos que es un emigrante. Quizá en las cuentas oficiales figuren como residentes en el extranjero, pero deberían aparecer como nuevos exiliados producto de la ceguera de nuestro país.

En los tiempos de crisis que detallan cada euro gastado nadie computa los centenares de miles de euros empleados en su formación y regalados a empresarios de más allá de nuestras fronteras con una torpeza sin límites, con una ignorancia sin parangón. Menos aún se cuantifican el esfuerzo de sus familias, las ilusiones perdidas y sus sueños rotos en mil pedazos.

No llevan maletas de cartón, pero componen un nuevo éxodo que azota especialmente a Andalucía, que dispersa a nuestros jóvenes por toda Europa y gran parte del mundo, que nos priva de su saber, de su aportación y de su compañía. Pero, aparentemente nadie se escandaliza por esta fuga de cerebros, lenta pero inexorable, que nos privará de muchos de nuestros mejores talentos. Nadie protesta por esta nueva oleada de exiliados que son una acusación silenciosa del fracaso y de engaño. Se van en silencio por el túnel de embarque en el que les alcanzará la melancolía por la pérdida temprana de su tierra.

No son, como dicen, una generación perdida para ellos mismos. No son los socorridos ni-nis que sirven para culpar a la juventud de su falta de empleo. Son una generación perdida para nuestro país y para nuestro futuro. Un tremendo error que pagaremos muy caro en forma de atraso, de empobrecimiento intelectual y técnico. Aunque todavía no lo sepamos.


domingo, 16 de enero de 2011

Ensayo sobre el Ninismo (I)

El Ninismo ni se crea ni se destruye, simplemente aparece, llama a tu puerta y se presenta como un virtuoso aliado a tus horas de soledad. Apátrida e intransigente, no entiende de edades tampoco, por mucho que el sensacionalismo trate de catalogarlo en alguna vertiente de la vida contemplativa.

En el aprisco no está bien visto, las madres le persiguen con la escoba y el sufridor, que sale en detrimento no cabe duda, acaba por madrugar como un proletario más. Los cabezas de familia (se me enfaden las feministas por el uso de términos tan arcaicos) no acaban de aprehenderlo. Pero el Ninismo no entiende de títulos ni rangos abolengos. El Ninismo es, y punto.

El Ninismo es casero y social. Acusa de ser prepóstero pero siempre ha existido. El Ninismo, por lo tanto, reclama su protagonismo y se establece como la filosofía del impecune veinteañero que calza dos carreras y habla cinco idiomas, aunque sus más humildes adeptos también tiene pese a que no sepan hacerle tantos méritos.

El Ninismo hace frente a denuestos y calumnias, a injurias y a falaces arengas y peroratas. Sin embargo, sale airoso, los políticos se encargan de añadir más adeptos a sus filas, y cada vez los practicantes del Ninismo son más para jolgorio popular y particular. El Ninismo se hace fuerte a pasos agigantados y dice ser el opio del pueblo que levanta el país.

El Ninismo ya no subsiste. Se reproduce por esporas. Se nutre de cafés cortados, con leche, con hielo, con bailéis. Se hace fuerte con cervezas a cualquier hora y copazos hasta el amanecer. El Ninismo, como veis, no es asunto baladí. Está en las mejores tascas, tugurios y tabernas. Sus parroquianos se reafirman en sus principios, es difícil no ser un nini…¿A quién no le va a gustar?

El Ninismo, como rama filosófica que es, se puede encontrar en misa también, pidiendo limosnas, pidiendo fe. El Ninismo tiene su propia Iglesia, y sus devotos feligreses morirían en una Yihad contra la lluvia de empleo y la explosión de una oferta masiva en el mundo laboral. El Ninismo te adoctrina y ojo como vayas a pedirle apostasía. Eso es de locos, dicen.

El Ninismo es abogado del empleo de bajo sueldo y amigo de las Etetés. El Ninismo te vuelve la vida del revés. El Ninismo entiende de fútbol, de cine, de libros, de los mejores bares y los mejores cócteles. El Ninismo es la guía de ocio de toda ciudad con galones que se precie, y el nini es su mejor Cicerone.

Año sabático para algunos, una vida para otros, incursión y escaramuza, para los menos, el Ninismo te ofrece patente de corso para no dormir. El Ninismo financia a los librepensadores, a los gentilhombres. El Ninismo culturiza o te lleva a la barbarie, pues tiene tantas escisiones y modalidades que ya nadie sabe en qué punto ninista se encuentra uno.

El Ninismo lima asperezas y no entiende de fronteras. Los hay ninis vascos y ninis andaluces, y el acento aquí no acusa las diferencias. No tiene deferencias. El Ninismo se extiende y es endémico cada vez en más lugares, hasta en los rincones más insospechados. Se dice que hay ninis hotentotes.

El Ninismo te ayuda a soñar, pero te adormece. Te hace felizmente desgraciado. El Ninismo te ofrece esa libertad con la que siempre soñamos, y es precisamente lo que te quita. El Ninismo te enriquece intelectualmente, si sabes aprovecharlo, pero es directamente proporcional a tu preparación profesional. El Ninismo es vida que pasa lentamente y vuela como el rayo. El Ninismo acaba con tus ahorros y te apunta al desempleo. Te lleva al gimnasio y te invita a comer Dönner Kebab. El Ninismo agrava la calvicie, pero propicia el buen humor.

El Ninismo es otro tipo de vida. El Ninismo sonríe, descansa, no labra camino, no busca mudanza. El Ninismo te abre ojos. Te droga con dopamina.

El Ninismo te atrapa entre sus doctrinas.

El Ninismo te hace soñar y salir adelante. Pero se vive tan bien con el Ninismo

¿Y tú, todavía no te has unido?

Y tú, ¿Eres feliz?

jueves, 6 de enero de 2011

With no direction home

Volantes al son de un mercedes.
Semáforos lloviendo. Pasos. Corceles.

Llevando las horas a un mar de calles, de frenos.
De profesión taxista.
De casta trapecista.

No entendía que la vida corriera tan deprisa, sin preguntar. No entendía esas malas pasadas.
No quería dejar de ser sin transportar. No podía vivir su sino sin opinar.

Tres meses antes, su mujer, sin avisar siquiera, murió delante de él, sentada en el sofá. Le dolía la cabeza acusó. Le dolía la vida, pero nadie le entendió.
Atónitos, asistieron a ese drama natural para el que nadie compró etiqueta.

Y sin embargo, cuatro palabras después, hinchando el pecho y mirando atrás, dejó de mirar al cielo sin contemplar. Dejó de pensar en dramas, en fechorías. En dichas que pecan de suerte. En noches que no se olvidan.

El quiso seguir. Hablar de hechos.
Luchar sin armas, matar despechos.
Coger por los cuernos a sus desdichas.
Tomar, vivir, sorber la vida misma.
Hablar de noches. De corajinas.
De como la están jodiendo los socialistas.

El chico, sentado atrás.
No sabía sino asentir.
Sin consultar.

Miradas tristes.
Cristales rotos.
Sin clases grises tras los despojos.

Sin nada que hacer.
Nada que luchar.
Él chico, triste, llegó a su hogar.

Quédese con el cambio.
Su confesión.
Ego te absolvo.
Su rendición.


sábado, 1 de enero de 2011

El Ático Lounge

Un discurso mundano en una cena de gala. Nochevieja, y entre pinchos, tapitas, y copas, un boli bic rasga el papel mientras suena la mujer del pelotero. Apenas unos minutos después, el resultado no brilla, pero convence. El micrófono y la noche hacen el resto. El público espera y acaba contento, tanto que hasta el día siguiente alguno que otro parafrasea los primeros versos.
Era lo mínimo, por supuesto, que podía ofrecer.
Una cena de lujo, un verdadero placer.


Y ahí va:

De tapitas calientes
Y promesas cargadas

De brochetas de queso

Langostas, olvidadas.


Orejones que esperan su momento en las aguas

Vespertinas canciones que despiertan las ganas

De pasarlo bien. De dormir con él.

Fotocoles amazings, personajes insignes

Papparazzis con flashes, cotillones de filmes

Solomillos que duermen. Vol au vents que no entienden.

Que ya se nos pasó el hambre. Que todavía no es tarde.


Y la música sigue, los copazos no paran.

Y las chicas desean a los chicos de gala.


Pelotazos cargados, montaditos que asombran.
En el ático Lounge todos flipan,
no hay sombras.

Esta noche soy nuevo, no me siento de menos.
Lo mejor de lo mejor, le derniere de de tus sueños.

Triunfarán los valientes, bailarán los de siempre

La amistad no se compra

Y no entiende de viernes

La amistad no funciona
Si no estoy con mi gente


Feliz 2011