Hasta que en la noche, me dejes solo. Hasta que me mires sin palabras y me hagas saber que no soy yo. Hasta que te marches para no volver, quizá jamás, quizá por siempre. Al final, lo que quedan son puertas cerradas. Humo entre bambalinas y colillas sin encender.
Hasta que te pierdas en las luces y te ahogues en canciones entre hielos.
Y recuerdes que no somos los mejores, que somos menos.
Hasta que decidas que ya no hay marcha atrás. Sí. Llévate mis ilusiones y véndelas a reembolso. Susurrame después, al oído, bien bajito, que las cambiaste a precio de saldo. Que nada valían pero engañaste al mejor postor.
Hasta que me conviertas en desechos de todos los momento buenos. Hasta que me decepciones.
Hasta entonces, soñaré.
Y es que hoy me levanté pensando en ti.
Llevabas un vestido precioso. ¿No lo recuerdas?
Hoy quizá me sonrías.
Habrá valido la pena.
Hasta que te pierdas en las luces y te ahogues en canciones entre hielos.
Y recuerdes que no somos los mejores, que somos menos.
Hasta que decidas que ya no hay marcha atrás. Sí. Llévate mis ilusiones y véndelas a reembolso. Susurrame después, al oído, bien bajito, que las cambiaste a precio de saldo. Que nada valían pero engañaste al mejor postor.
Hasta que me conviertas en desechos de todos los momento buenos. Hasta que me decepciones.
Hasta entonces, soñaré.
Y es que hoy me levanté pensando en ti.
Llevabas un vestido precioso. ¿No lo recuerdas?
Hoy quizá me sonrías.
Habrá valido la pena.