Y érase una vez…
Un modorrito con agencia turística y ronquidos gratuitos, sinfonía gutural para deleite de todos los participantes. Natural del norte, amaba destrozar troncos y escuchar rock melódico con swing de los años 80 del rollo transgresor. Acto más importante en el viaje: fue abandonado a su suerte en el muelle de Stockholm pero despertó justo a tiempo con una memorable carrera. Ah sí, la compró a peso.
Un azul andaluz vestido de rojo, campesino y señorial, azote de los tiesos. Le gustaba la vida lujosa, comer y beber bien, viajar en transportes caros y leer el país en limusina. Una paradoja. Dato a rememorar: artista en preguntar por la fiesta, por carlos, por Tino, y por la madre que les parió. Las metió todas en menos de tres días para regocijo propio y ajeno.
Un genio del trabuco tracatrá, contable de calidad y gracia del sur garantizada. No se le escapaba dato y gozaba del privilegio de ser gestor y tesorero de éste variopinto grupo. No sé qué habrían hecho sin él. A saber: Compraba las hamburguesas metiéndose bien en el asunto, y de veinte en veinte para luego coger el coche como conductor de la mejor de las furgonetas. ¿Qué más? Sí, claro, hecho de recortes de chalaura.
Un futuro alcalde del Gastor, parco en palabras y dueño de sus silencios. Pese a ser el más tranquilo de la piara, recibió la furia de modorrito pese a encontrarse en el lado más alejado de la suite. Asegura que jamás dirá un discurso y especulará hasta entrar en la cárcel a lo Julián Muñoz. No olvidemos: no reparte fracciones de ostia.
Un señorito extremeño, maestro del arte en delegar y trabajar en la sombra. Un canalla. Un guaperas cariñoso, amante del lametazo a sus amigos cuando la cogorza asoma. También ama el buen vivir, y el spring break fue sólo el inicio de su vida viajera mensual. Un tipo al que no le engaña la vida. A tener en cuenta: su mañana en Estocolmo luciendo sombrero y etiqueta fue estelar. ¡Torero!
Un nieto de la Paca, jocoso, bucólico y pastoril. De risa fácil y abrazos gratuitos. Se llevaba muy bien, por cierto, con el agente turístico. Ligón experimentado y cazacorazones demoledor. El nieto de la Paca no dejó casi ciudad sin cabeza. A recordar: su táctica de jugueteo y caricias en la mano fue infalible. Vomitó poesía, y sigue haciéndolo.
Un turco, ignorante erudito, protestón, y calvo además. Un tipo más en el grupo de la panda de enanos, amante de llevar siempre un mapa en el bolsillo y guiar al grupo por la ciudad, pese a las protestas del señor feudal andaluz. Dato: ¡son todas putaaaaaas!
Un chico Charly, reportero titular de la comitiva, y au. Señor y maestro de los recuerdos, chico Charly siempre estaba dispuesto a inmortalizar un momento con una buena instantánea o grabación. Lamentó gravemente perderse varios free tours. Dato viajero importante: Chico Charly tiene el mejor de los tonos para recibir un sms. Hizo la mejor compra de vodka en Tallín, y se hizo una foto con la bandera de todo aquel país que visitó (una de sus pasiones).
Uno de Huétor, capitán de los espárragos, bailón, ladino y taimado, pese a que no lo aparentaba. Ivi Sparragou fue un latin lover extremo y las jóvenes foráneas sucumbieron sin lucha a sus encantos. Además, el capitán fue conocido por deslumbrar con su mueca de hilaridad y reír hasta la muerte. Importante recordar: fue modelo por un día inmortalizado en la pasarela del “love boat” con unas fotografías que no tienen desperdicio. Dato a revelar: También participó directamente en la escaramuza contra el vascongado.
Un grupo de canallas, vamos.
Qué supercanallas.
Erase una vez un viaje…erase una vez, un chiste.
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