Las llaves, que se resisten a entrar a la primera, se me caen al suelo y serpentean las muy pillinas. Los vecinos, ahogados en sus almohadas, se retuercen y maldicen a los conserjes de noche. Bajo las persianas, como queriéndome despedir del día, aunque el sol ya avisa detrás de los cirros y me advierte de que no será ésta noche de romería. Ni de las que te rondaré, morena.
El teléfono suena y una mosca zumba en su carrera por joder al personal. Me levanto y voy al reservado. Me veo muy guapo desde el espejo, oye. Abro la puerta y bendigo al currante que me deja la prensa a los pies de la puerta. Me pregunto si se la leerá de camino y busco compulsivamente algún rastro de su herejía. El teléfono suena, pero no lo cojo.
Definitivamente aquí no hay quien viva. Amelie me ha cambiado las zapatillas y la pasta de dientes sabe a cloroformo. El melenas parece que se ha ido, no hay notas sobre la mesa y no me ha dejado café preparado con tostadas. Vaya por Dios. Y sin embargo, sonrío.
Me conecto al mundo. Tengo tres mensajes privados pintados de verde y dos de rojo, y un píxel carmesí me recuerda de que felicite por su onomástica a Perico, el de los palotes, sí. Esta vida es la leche. ¿A quién no le va a gustar? Fácil, sencilla, y para todos los Rodríguez.
Me abrocho el corazón y salgo a la terraza. Asisto impertérrito a un espectáculo inenarrable. El día brilla con luz propia, la gente sonríe al sol y de fondo la radio comenta que los precios bajan y que no hay ni un sitio en las playas. La arena llega esta vez demasiado pronto. El huerto ha florecido. Huele a jazmines y una suave brisa me despeja.
Michael Jackson, que está en las Bahamas de incógnito, canta su nuevo y póstumo hit y afirmo que como Black and White para alegrarse el día quedan pocos temas. Lo pongo, por supuesto, pero Melendi se intermpone en mi búsqueda de la felicidad. Que alguien le pegue un tiro, por favor. Suena el teléfono otra vez. Al parecer me esperaban a comer, y yo aquí en el redil, liado entre sábanas y usando protector solar.
Decido salir al parking y abrirme una Tuborg, pero la nevera está vacía y el parquin ha cambiado demasiado. En mi ventana no lucen mariposas, pero sin embargo, se está tan bien…
Apenas ha pasado una hora desde que he abierto los ojos, pero hoy soy feliz. A veces es tan fácil…
Canciones para la felicidad: Cecilia, Black and White, Hit the Road Jack, I’ve got you under my skin, New shoes, That thing you do, You’ve got the love .Felicidad, qué bonito nombre tienes.
Eres un crack nano! Yo como el resto de los mortales capeo las resacas con dosis de mal humor y mareos varios. Y puedo suponer que pese a la fabulosa luz que esta mañana nos inunda no sería de mi agrado el más insignificante haz que se colara a través de la persiana. Esta claro que estás hecho de otra pasta. Te has perdido un cocido bandera. Mañana te esperan por cierto. Un beso!
ResponderEliminarMata más gente el tabaco que los aviones, y he perdido el miedo a volar!! =)
ResponderEliminarCuando sale el sol a bailar
ResponderEliminarY tomas dos copas de más
Y se te olvida que me quieres
=)