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Mientras tanto, enviando cartas desde la ciudad del viento

lunes, 16 de noviembre de 2009

El bufón

Y a estas alturas, después de todo...sigo sin comprenderlo...sigo sin aceptarlo...
No acepto esos pies de foto que sonríen sin decir nada más, cómo dando por hecho que sobran las palabras...
No soporto leer lo que alguna vez era única y exclusivamente para mí y entender que ya no lo es, siguiendo significando lo mismo.
Qué daño hacen las letras plasmadas en esta pantalla oscura cuando inocentemente, o no, se le escapan sin querer.
Por eso prefiero contradecirme y decir que prefiero las palabras, porque se las lleva el viento...


Pero para mí, como alguien ya dijo una vez, todas las cosas son arena si llegan tarde...

7 comentarios:

  1. un abrazo nunca llega tarde..
    asiq guardate un cupon para cuando nos veamos..
    muuuuuuuuas! carlota!

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  2. Definitivamente no entiendo esta entrada.
    "Como dando por hecho" creo que es lo correcto.
    Cheers.

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  3. Sí, esa tilde ladina se coló en el texto sin entender por qué...
    Y no te preocupes, no es necesario entender.
    Ich bin so toll.

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  4. De Tati (hija):

    No sé si necesario o no, pero desde luego a veces entender es imposible. Y la comprensión de algo que no tiene explicación es un absurdo modo de malgastar energía. Aun así, parece que no se puede seguir adelante sin aceptar, y no podemos aceptar sin descifrar el sentido aparentemente oculto de las cosas que nos van marcando. Queremos llegar al "porqué", ¡qué típica obsesión humana!... y que dañina. Justas, injustas, efímeras, erróneas, dolorosas, enriquecedoras ó absolutamente destructivas. La mayoría de las cosas verdaderamente importantes sencillamente "son" y punto.

    Dices no soporto, no acepto, no entiendo... Y yo tampoco. Y en ese camino que nos toca seguir, en ese trayecto gracias al cual esperamos volver a ponernos de pie definitivamente se cuelan esos momentos en los que, por la razón que sea, terminamos en una foto, una frase ó un pensamiento que nos da de narices con la realidad.

    Pero entonces llega alguien que te recuerda que la vida está hacia adelante, y que aunque de un modo tan frágil que parece irreal, tenemos en parte el control de lo que seremos. Y lo que es más, la armonía de haber querido con toda tu alma a otra persona, de haberle regalado tu tiempo, tu felicidad, tus ganas de vivir; de haberle ofrecido tu vida para compartirla, de haber puesto todó tu empeño en que creciese. La quietud de haber tratado de coger parte de su dolor esperando que así sufriese menos, de saber que has luchado. La serenidad de saber que a pesar de todo, has sabido dar amor de verdad, del bueno, del que no es egoísta.

    El amor incondicional que algún día seguro nos vendrá de vuelta.

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  5. De Tati (hija):

    No sé si necesario o no, pero desde luego a veces entender es imposible. Y la comprensión de algo que no tiene explicación es un absurdo modo de malgastar energía. Aun así, parece que no se puede seguir adelante sin aceptar, y no podemos aceptar sin descifrar el sentido aparentemente oculto de las cosas que nos van marcando. Queremos llegar al "porqué", ¡qué típica obsesión humana!... y que dañina. Justas, injustas, efímeras, erróneas, dolorosas, enriquecedoras ó absolutamente destructivas. La mayoría de las cosas verdaderamente importantes sencillamente "son" y punto.

    Dices no soporto, no acepto, no entiendo... Y yo tampoco. Y en ese camino que nos toca seguir, en ese trayecto gracias al cual esperamos volver a ponernos de pie definitivamente, se cuelan esos momentos en los que, por la razón que sea, terminamos en una foto, una frase ó un pensamiento que nos da de narices con la realidad.

    Pero entonces llega alguien que te recuerda que la vida está hacia adelante, y que aunque de un modo tan frágil que parece irreal, tenemos en parte el control de lo que seremos. Y lo que es más, la armonía de haber querido con toda tu alma a otra persona, de haberle regalado tu tiempo, tu felicidad, tus ganas de vivir; de haberle ofrecido tu vida para compartirla, de haber puesto todo tu empeño en que creciese. La quietud de haber tratado de coger parte de su dolor esperando que así sufriese menos, de saber que has luchado. La serenidad de saber que a pesar de todo, has sabido dar amor de verdad, del bueno, del que no es egoísta.

    El amor incondicional que algún día seguro nos vendrá de vuelta.

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